PalabrasentredienteS
jueves, 16 de junio de 2011
Marina González Perea
Una lágrima descontrolada
Tras colgar el teléfono, una lágrima descontrolada cayó por su mejilla. Pero al mirar otra vez la pantalla del móvil, se dio cuenta de que ya se había acabado el sufrimiento. El dolor iba a desaparecer.
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